Aguazul


La primera vez que nos abrazamos, sabía que lo extrañaría. El y sus ojos pequeñitos, por suerte corrí y alcance a ver como se encontraba cara a cara con el paraíso. Parecía perdido, estaba seguro en la orilla, no había cobardía. Denuncie su trampa y la pinto azul marina.

Se teoriza complicadamente simple y yo espesura cual mar de invierno. Por suerte corrí a finalizar la historia, aunque no alcance, ese será el mejor secreto, el último, el papel doblado ocho veces.
Si renunciara a este trabajo, no habría salidas, no hay salidas. Voy a decirlo por última y única vez: nuestros errores no tienen ni el nombre ni el apellido que alguien reconozca.
Este es mi fondo tan profundo, míralo, tan oscuro, tan atrás que no se alcanza a ver desde tu butaca, opacado por la brillante y feliz escenografía.

1 comentario:

Daniel Salgado Núñez dijo...

tení que escribir más!!!!